10 de agosto de 2015

no he visto azul más azul que cuando miras tu



hoy me tomé un té
y me inundó como una lluvia
un montón de recuerdos.
me acordé
del primer día en el patio con vos:
llegaste flaco, peludo, con tu guitarra al hombro y unas hojas desprolijas
llenas de poesías,
de nuestros primeros pactos secretos,
de algunos dibujos en mi cuaderno,
me vi corriendo por los pasillos para abrazarte fuerte
también me acordé de tus collares y pulseras,
de tus tímidos ademanes que nunca supe interpretar
de tus invitaciones al cine
de nuestro juego de dibujos: cada uno agrega algo al cuadro
justo antes de aquella despedida tan rara, cuando estaba por empezar todo.
me acuerdo de haber pensado: qué raro está
claro; es que estabas enterado
de todo lo que estaba por venir
y yo no.

I
después me acordé de algunas palabras que leí borracha una noche.
me invitabas a todo - y a nada
de una protesta y una vuelta en bici
y una ida al videoclub a ver qué peli alquilaríamos si quisiéramos alquilar una peli
del primer beso que te di sin saber que te lo iba a dar
de un choripán que no querías comer porque no tenías plata:
yo te lo pagué y no me importó - total yo tenía pelos en las piernas y vos me acariciabas igual.
me acordé de los nervios; de la primera vez que me paré en la puerta de tu casa
esperando que bajaras.
de cuando me desnudé sin que me lo pidieras y de cuando me preguntaste por mis cicatrices;
esa noche me dijiste que eras parecido a alguno con el que yo había estado
y te equivocaste.
me invitaste a dormir, pero yo me fui porque tu colchón era duro y ya me estaba enamorando.

II
me vinieron a la mente recuerdos de tus primeros miedos
de todas las clases a las que no fuimos
y de un año sin más que vos y yo
y las cuatro paredes
los porros, las siestas, la música
de una canción que se llamó domingo.
después me acordé de algunos viajes
despedidas con canciones al oído, llamadas alucinógenas, maniobras imposibles
cielos nuevos de estrellas mezcladas.
tu cara en un aeropuerto, el día en que me viste más linda,
la casa ordenada, la pizza en la heladera,
más viajes juntos, san pedro y embarazos inventados.
¿te acordás cuando me rescataste de los perros?
después vinieron duchas de agua fría a cualquier hora,
finales y renuncias.

III
llegó el verano
y una casa llena de gente
y nosotros.
me acordé de que nos separamos - sólo por un tiempo
y de nuevo tus ademanes, con canciones y dibujos
de que entonces te quise tanto más,
que vino más música y más fotos.
también más viajes
y durante mucho tiempo no quise ni escuchar tu nombre,
aunque cada tanto te abracé inadecuadamente.

IV
creo que después nos volvimos a querer,
nos quisimos todavía más, aunque ya habíamos roto algunas cosas.
me acuerdo de que compramos bicis y mucha comida china,
de muchas noches despiertos
ayudándonos
y de algunas mentiras.
y aunque nos empezamos a odiar, siempre sabíamos volver a querernos.
me acordé de vos de carnicero y yo de monja,
de una máquina de escribir y una cámara de fotos
de mis ovarios y los sánguches a las 7 de la mañana
de la noche en que me fumé todo
y te llene la casa de colores.
también me acordé
de todas las cosas que volaron entre tu cabeza y la mía.

V
me olvidé del tiempo sin vos
y de una isla en la que coincidimos,
pero pensé rápido en aquellas charlas eternas,
en una noche tragicómica;
en un abrazo acostados en el piso
cuando te dije que amaba tus manos.
me acordé de cuando te convertiste en mi cielito:
yo tenía crema en las piernas y te diste cuenta.
pronto nos paseamos juntos por los hospitales
y cantamos canciones nuevas
sobre el dolor y esas cosas.
otra noche me dijiste que no teníamos futuro
y quizás tenías razón.
pensé en cuántas noches más pasamos juntos,
en mi auto sin nafta
y en un hamster que querías comprar para la casa.
pronto me acordé de todas las paces que hicimos
y tu nuca
tus piernas
tu guitarra y nuestro cielo.

1 comentario:

Carla dijo...

Esto es muy hermoso.