24 de mayo de 2009

cosas que te pasan si sos dani (y estas vivo)

el otro día me encontré con mi ex novio. no es que me encontré encontré, nos vimos en un cumple.
yo -como siempre- hice todos mis esfuerzos por serle encantadora. cuando lo salude, prolongué el abrazo lo más posible, haciéndole circulitos en la espalda con mi mano, para que sintiera mi falta de asombro al verlo. durante la cena le serví coca, e incluso, cuando me tocaba a mi tener la atención del grupo, cuando era mi turno de contar una anécdota o llenar el silencio, tenía el cuidado de posar mi mirada en sus ojos de a ratos, para que viera la poca vergüenza que me daba contar en frente de él mis miserias, o mis errores al pronunciar palabras que nunca dije y muchas veces leí.
cuando nos íbamos, tuve el valor de ofrecerle un aventón. sospecho que él también se sorprendió y lo acepto. inmediatamente me acorde que no, no soy así, no soy esa que le mima la espalda, ni la que le sirve coca, ni la que lo mira a los ojos y le ofrece aventones como se levanta cada mañana. soy dani. y como dani que soy, mi auto probablemente no tendría la nafta suficiente como para hacer media cuadra, o incluso arrancar. en la billetera no tendría plata para cargar -porque nunca tengo plata en la billetera- ni en los bolsillos de la cartera, ni abajo del asiento del auto. el auto no arrancaría y tendríamos que ir todos en romería a buscar una estación de servicio, con el bidón en la mano (el que está en el baúl, el que ya use mil veces). y durante la romería estaríamos todos en silencio, o estaría yo contando más historias tontas, que a la luz de este ultimo evento pasarían de haber sido graciosas a ser eslabones de la encadenación de hechos patéticos que llamamos mi vida. y la estación de servicio no llegaría nunca, lejos, 10, 20, 35 cuadras, caminando así. y ya no habría coca, ni abrazos, ni anécdotas, ni dani la encantadora. bordearíamos lo infernal. él iría pensando, las 35 cuadras, en que se podría haber ido en colectivo, en que a esa altura de la noche ya estaría en la cama acurrucado con su nueva novia, que nunca se queda sin nafta porque no maneja, porque anda en bici y por eso no tiene celulitis. pensaría en el culo de su novia, en el calorcito de la cama, en las tardes de domingo. y quizás se le ocurriría pensar en cómo fue que fue mi novio. en cómo pudo soportar todas estas cosas -diarias, cotidianas- que implican ser novio mío.
en un ademán glorioso, el giro de la llave encendió el motor, y yo me sentí tocar el cielo con las manos. volvía a ser aquella, aquella que aún lo podía sorprender y de la que -quizás- algún día se volvería a enamorar. porque siempre que me ve se acuerda de por qué -ya me lo confesó, muchas veces- y yo no quería dejar de recordárselo.
no quise tomarme este triunfo a la ligera, así que aceleré el auto y me preparé para salir cuanto antes de la zona de riesgo. cuando ya saboreaba la victoria en mi iluso corazón, sentimos abrirse la puerta de una casa, y antes de poder ver de qué se trataba, nos inundo el grito:
-conchuda, ¡hija de puta! ¡¡Te estacionaste en mi garage!! ¡¡¡Está viniendo la policía ahora mismo, culo roto hija de puta!!!¿¿Donde mierda aprendiste a manejar??
Hundí el pie en el acelerador y salí de ahí como pude. No tocamos el tema.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Genia, en la derrota.

santha

Anónimo dijo...

jaja ¿y vos creíste que el otoño llegaría sin consecuencias?

fre dijo...

qué bien,
me siento peligrosamente identificada.

capitán y marinero dijo...

¡muy bonito, señorita!

Lu Németh dijo...

Nunca hay que encontrarse con los ex. Tienen el sabor a lo viejo, a lo que ya no somos. Son la melancolía hecha persona.