27 de octubre de 2009

pongamos que ahora yo hablo de mí

supongamos que ésto lo robe de algún lado. que lo leí y lo pensé y lo reescribí para mí. que estoy tratando de pensar en algo y no puedo a menos que lo escriba y no puedo escribirlo a menos que pueda hablar transparentemente sobre mí. pero todo ésto lo suponemos. supongamos que no sé cuándo aburrirme, ni cuándo cansarme, ni cuándo tener razón. quizás ahora la tengo, pero tampoco la quiero tener.
también una noche yo esperé un colectivo. el 60, en las heras; tampoco volví a esperarlo ahí nunca más. llovía y me cagué mojando. y también me cagué de frío, y yo sí lloré. sobre todo tuve miedo, esperando el colectivo, el miedo más grande de todos; desde el piso hasta el cielo, el miedo crecía a contramano de la lluvia. tenía la boca violenta y me mordía los labios para no gritar del llanto.
bueno, supongamos que la persona bajo la lluvia era yo. esas llamadas a uruguay, también fueron mías.
también puedo suponer que no entiendo bien por qué escribiendo ésto me salen estas palabras o este recuerdo. por qué todo es tan confuso conmigo y cuando intento ser clara me encuentro con lo oscuro. supongamos que sólo tiene que haber alguien que me abrace a la noche y me saque todo el miedo de dormir o de acordarme de algo que me haga llorar- como aquella noche yo sola en las heras.
creo que ya me lo pregunté mil veces, y con todo este miedo me voy dando cuenta de que lo que me gusta es todo lo que no sos vos. y cuando apareces un poco, un asomo, una actitud, un gestito, en alguien, entonces, ahí, ya, rápido, es hora de correr para el otro lado. supongamos que ya es hora de correr para el otro lado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te quiero mucho. mucho.
culosucio.

Lucila dijo...

Exacto, eso es. Love ya.