6 de mayo de 2010

dia de reyes


Fue un día de Reyes.
Fue un sábado.
Hace 20 años.
Hace un rato.
Ya.

Marta Trabuchi.

mi hija, me cuenta, la googleó a mi vieja.

(quién no, en esta familia. especialmente los pibes, que saben lo poco que saben: el silencio, algunos; el desgarro, otros; el dolor y la ausencia, todos)

me interesa saber, dice, qué opinaban las otras personas. no sabía nada. sabía lo que me habías dicho vos: que la había matado Bernardo. bah, que no la había matado Bernardo, pero que si Bernardo no hubiera estado ahí mi abuela no estaría muerta.

mi hija me cuenta.

mi abuela se fue a dormir y sigue durmiendo, dice. eso sí me alegra saber. que mi abuela se murió de la mejor manera que se podía morir. habla de Cristina, su otra abuela, que se fue a morir este invierno, en su cama.

Mi vieja también se murió en su cama. Hasta ahí la llevaron, ahí la mataron. Su muerte empezó en el living y cuando empezó ni ella ni Bernardo tenían la menor idea de cómo iba a terminar. La vida te da sorpresas, Bernardo.

Tantas veces las mismas palabras.

El asunto es que no hay un asesino.

En Buenos Aires se te espantan (el homicidio es de clases bastante más acomodadas o de pobres: uno, más allá de los muchos privilegios, no califica para ninguna de las dos), en Ushuaia te preguntan ¿estás segura?

Y, sí.

estoy segura de que la mataron.

(pero no era eso lo que te preguntaba)

¿vos decís que aunque no haya un asesino no se puede dudar de que la mataron?

(bueno, es que la mataron)

es que no hay un asesino.

Claro que hay alguien que la mató. Lo que no hay es justicia. Y si uno piensa que la cosa es con los otros y en este país, y si uno piensa que las palabras son valiosas, necesita que se diga. Que se sepa. Que se haga justicia, aunque solo sea con la palabra. Yo quiero poder decir en voz alta, acá y para los demás, los nombres de las personas que mataron a mi vieja.

es insoportable callar algunas cosas.

fue hace veinte años. yo no tenía ni siquiera esa edad y me quedé sola, abrazada por un pueblo ciego y sordo que lamenta pero no condena. y me fui.

y nadie la mató, todavía. como a Tita Cárdenas, como a María Mabel Almada, como a Oscar Vouillez. como a muchos más. nadie pero nadie los mató en Tierra del Fuego. nadie pero nadie los mató hace mucho tiempo. nadie pero nadie los mató.

Ay, mamá, morirte allá, hace veinte años, a manos de nadie.

ay, mamá.

(texto de mi prima, roxana muriel)

1 comentario:

Anónimo dijo...

te abrazo, genia
por todo lo que hablamos
y por lo que no hablamos también.