14 de diciembre de 2011

hacer un jugo es dificil

En el mueble de la cocina hay tres manzanas, dos naranjas, cinco bananas. Quiere hacer un jugo pero no puede decidirse por cuál; no puede pensar. Algo se ha desequilibrado y las ideas ya no viajan, simples, de a a b. Probablemente fueran los colores y las formas y la mañana de lluvia intermitente y suave, ¿quién no se identifica con el deseo de descomposición cuando una mañana cualquiera se logra sentir con claridad la fragilidad de los hilos que todo lo sostienen?
Así, dio tres pasos en dirección a la cocina y se sintió cansada. Recordó una historia en la que había parido a un hijo varón fruto de una relación cualquiera con un tipo que olía a brócoli y que, tras acabar, se había quedado dormido encima de ella, pegándosele a la piel y haciéndola traspirar y respirar con dificultad.  Aquella mañana fingió que su familia vendría de visita para poder despertarlo y echarlo de su casa.
El niño dormía ahora en alguna habitación de la casa; había adquirido, sin embargo, carácter omnipresente. La casa era suya, de sus juguetes, de sus estados anímicos, sus ganas de gritar, de golpear y de pintar.
Ella deshizo el recuerdo.
Algo había soñado. Eran muchos sueños adentro de uno. Suelen confundírsele los tiempos y puede recordar hoy algo que soñó hace años y pensar que sucedió anoche. Esto lo había soñado el 19 de octubre del año pasado. Y eran, eso sí, muchos sueños dentro de uno. 

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