25 de enero de 2012

Querida x:
Pensaba tomarme la mañana entera para descansar en la habitación que me toco toda para mi sola, pero terminó despertándome el ruido de la puerta que se abre, alguna de las chicas del hostal que decía Esta es la otra habitación y un hombre que decidía quedarse aquí. Abrí los ojos y lo ví: tenía, mínimo, unos sesenta años. Me hice la dormida para evitar el encuentro y tantear la situación más tarde, desde otro lugar que no fuera mi cama.  
Mientras espero a que el señor abandone la habitación, voy reformulando mi viaje, teniendo en cuenta que había decidido abandonar a Coímbra como destino. Al cabo de un rato, sale mi compañero de cuarto. Aprovecho para vestirme rápido y huir del encuentro en la habitación: bajo a desayunar y nos encontramos en la cocina.
-¿Hoy que vas a hacer? , me dice entre dientes, como casi en secreto. El tono me da escalofríos.
-Me encuentro con un amigo, miento.
-No te vayas sin darme tu número
-¿Eh?
-No te vayas sin darme tu tarjeta de negocios.
-(risa nerviosa) ¡Ja! Tarjeta de negocios, yo no tengo tarjeta de negocios.
Escapo de la situación con la mayor torpeza posible. Miento en el hostal de que me voy hoy a la noche y dejo el bolso guardado en recepción. Lo único que quiero es cambiar de habitación.
Hoy voy a tomar el tren a Cascais. Qué haré allá, todavía es incierto. 
El viaje en tren es lindo. Me quedo dormida y de repente me bajan en una estación que no es Cascais. No entiendo bien por qué, debo esperar media hora por otro tren que, finalmente, me deja en mi destino. 

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