14 de septiembre de 2012

diario de viaje

dia 1 vamos al aeropuerto con papá y luchi. allá nos encontramos con juampi y celi. ayer compré la mochila y las últimas cosas. antes de subir al auto ya se me había roto la mochila. tardamos mucho en llegar, papá se fuma un pucho atrás de otro. es la primera vez en muchos viajes que estoy segura de que tengo el pasaporte bien. me voy hablando con amigos hasta último momento y, además, un poco enamorada de sorpresa. en el aeropuerto encontramos a barbi. nos tomamos un café todos juntos, me explican, un poco en pánico, cómo pagar las cosas. me voy muy agradecida. día 2 cierro los ojos y, cuando los abro, el avioncito de la pantalla está casi encima de madrid. ya no me da miedo volar en avión. hasta quiero un almuerzo. de nuevo barajas, eso sí que es increible. de nuevo hernández y ya no tanto recordar a nadie. ahora sí, pánico respecto al próximo avión. compro chocolates, paseo, pienso en robarme cosas. termino comprándome una cámara, la cámara de mi viaje, que saca fotos abajo del agua y otras chucherías. hace mucho que una cosa no me hacía tan feliz. espero unas cuatro horas y tomo el próximo avión. llego a menorca, me lavo los dientes, me peino, busco mi mochila y salgo. no hay nadie. día 3, 4 y 5 menorca es lindo. sol y agua. tengo tos. día 5 tengo pasaje menorca-madrid con escala en barcelona. decido abandonar el segundo tramo y quedarme en barcelona. de nuevo el prat, el aerobus, plaza catalunya, la fuente canaletas, la rambla. me hospedo en un hostel donde se que está mi hermano, pregunto por él y me ponen en su misma habitación. entro y veo sus cosas sobre una cama, el resto vacias. sus cosas son su quilombo: libros, curitas (ya me dijo que le dolían los pies), botellas de sprite (le encanta desde que era chiquito). él todavía no llegó. bajo y lo veo entrar por la puerta de calle: nada, nada en el mundo como un hermano. felicidad. facu acaba de llegar de la tomatina. hace un calor de muerte. nos vamos a comprar cervezas, donner y poto. él ya la tiene re clara, "tu ya comprar de mí. yo recordar a ti, tu nunca a mí, ¿sí?". yo me asusto un poco, al pedo, obvio. le muestro dónde vivíamos en el gótico. nos vamos a la terraza del hostal y vemos el partido barca-real madrid proyectado sobre el costado de un edificio. charlamos y nos emborrachamos. cerca, un viejo francés en calzones y su sobrino de nueve años descansan en un sillón. suponemos que son gitanos, medio turbios, y el viejo quiere hacer migas hablando puro francés. les ofrecemos birra y ahí se acaba todo. facu me cuenta de su viaje increible. pierde el barca y nos vamos a pasear por ahí, tomar más cerveza y bajonear. no puedo creer que estoy paseando por barcelona con mi hermano. extrañamos a luchita. sigue la tos. día 6 lluvia. nos levantamos y vamos a sacar un pasaje de tren para facu. en la estación hacemos todo mal. terminamos fumándonos uno y comiendo unos sanguches por ahí. decidimos encarar para montjuic. caminamos y caminamos. metemos las patas en algunas fuentes, paramos varias veces a descansar y charlar. compramos un mp3 para mi viaje. me siento muy feliz con mi hermano cerca, nunca me voy a olvidar de este día. llegamos de vuelta al hostel y tenemos un nuevo compañero de habitación. es un viejo loco y raro, español. cuando habla se le entienden las tres primeras palabras y el resto se pierde en balbuceos. intentamos evitarlo. decido no perderme de nada de lo que hubiese querido hacer en estas dos semanas en europa. compro el pasaje a serbia. van a ser unos dias movidos, pero es la única manera de no lamentar tanto la inversión de los primeros dias. facu y yo nos reimos pensando en lo que diría papá: "ehh, daniela, dejá de especular, ya estás allá". a la noche nos cambiamos y salimos. fuimos primero al mariachi, cerca de nuestro antiguo piso. queriamos ver música. nos tomamos una birra y partimos hacia una jam de algo por ahí. caminamos un par de cuadras re locos y, de milagro, la encontramos. primero tocaba una banda bastante buena, cantaba un argentino. cuando abrieron el micrófono, se puso interesante. un peruano bajito y chiquito al bajo la rompió. lo bancamos. al rato se subieron dos viejas: una rubia platinada, bajita, cuadrada y con un vestido negro y otra morocha, flaca y alta, tatuada, con mini shorts y remera apretada. dos reventadas. la pianista la rompió. la rubia agarró el micrófono. se meneaba como jessica rabbit pero sin gracia, se frotaba contra los musicos que hacian caras de miedo al público, pegaba alaridos y se despeinaba. con facu la pasamos increible y nos reimos a más no poder. volvimos al hostel despacio porque a facu le dolian los pies. en la habitación encontramos al viejo. nos acostamos con los ventiladores prendidos y el balcón abierto. a los cinco minutos, el viejo empieza a hablarle a la gente de la calle: "callense, ponganse a trabajar, claro, ustedes no trabajan -balbuceo, balbuceo, balbuceo". al rato dice "ya está bien", siento que se levanta y cierra el balcón. se acuesta. dos minutos después se vuelve a levantar: "esto también", dice y apaga los ventiladores. pienso que vamos a morir de calor pero prefiero eso a morir en manos del viejo. al poco rato, facu se levanta y prende los ventiladores. el viejo empieza a roncar o a pegar grititos que parece que se va a morir asfixiado. facu y yo nos reimos de cama a cama. yo le pedí al viejo que me levantara a la mañana siguiente. no puedo dormir del pánico de que me despierte. más tos. día 7 el viejo me despierta golpeando unas llaves contra los barrotes de la cama. no nos aguantamos la risa y el viejo se va de la habitación. no lo volvemos a ver. facu tiene una mochila más chica y decido cambiarle. mudo todo lo mio a la suya y lo suyo a la mia. le doy ropa que traje de más para que la devuelva a buenos aires. caminamos juntos hasta la estación de subte y nos despedimos. me voy contentísima. de nuevo aerobus, aeropuerto y vuelo a berlín. estoy nerviosa porque mañana sale mi vuelo a serbia muy temprano y todavía no se dónde dormir. en el aeropuerto encuentro un folleto de un hostal cerca de ahí y decido ir. tengo sueño y estoy medio molesta. el barrio del hostal es realmente horrible. llego, dejo mis cosas, pago. me conecto a internet, encuentro a tom que me ayuda con unas cosas de la visa de mongolia, le dejo un mensaje a santi y salgo de paseo. camino por una avenida hasta llegar a fredrichstrasse y vuelvo. es bastante diferente a lo que recordaba. hay muchísima gente. no me gusta tanto como pensaba. busco algo que comer y siempre termino en donner. vuelvo al hostal lista para dormir. busco desesperadamente un despertador, no encuentro nada. soy la peor viajera del mundo. santi me contestó el mensaje y decidí salir. lo llamé por teléfono, tenía que cruzar media ciudad para encontrarlo. para variar tomé todo mal e hice un camino muchísimo más largo del que debía. a mitad del viaje me agarró sueño y miedo de perder el vuelo. ya era muy tarde para arrepentirse. me encontré a santi donde debía. paseamos por el barrio, tomamos cervezas y comimos tapas. le conté de menorca, de buenos aires y de los planes de serbia. me contó de los vagones en berlín, de la gira que se le venía con las kumbia queers, del barrio de inmigrantes. "sos todavia más linda que en las fotos", dijo. paseamos por las pinturas horribles del muro. me acompañó al hostal y, como era viernes y de noche, evidencié la jarana berlinesa. gente por computadoras y parlantes en la estación de tren, grupos enormes, locos vestidos con peluche y sacos hasta el piso. en el tren tocan, toman, fuman y gritan. hubiese sido divertido ser adolescente en berlín. ahora ya no me hace tanta gracia la idiosincracia de los pibitos europeos. me voy a dormir tarde y preocupadísima de perder el avión. pedí en la recepción que me despertaran pero desconfio. me cuesta dormir por la tos. día 8 me levanto excesivamente temprano. me duele la cabeza y me arden los ojos. armo el bolso y decido dejar más cosas atrás: mis pantumedias y la camisa de jean de luchi. si estás leyendo esto, perdoname, te voy a comprar una nueva. me doy el gusto y me tomo un taxi al aeropuerto. el de la recepción no me para de hablar. después me hace un té para la tos. el taxista es árabe, me da charla, me cae bien. cuando me baja en el aeropuerto me da la mano y me desea toda la suerte del mundo. para vos también, amigo. tengo quisillentas horas hasta que salga mi vuelo a belgrado. me compro un sanguche, me siento a comerlo y rompo un poco la silla. me alejo disimuladamente. hago la cuenta de cuántas horas podré dormir hasta llegar a belgrado. puedo aprovechar y dormir una ahora, antes del avión. luego una durante el primer avión y una más en el segundo. hago el check in y me acuesto en los asientos, uso mi mochila de almohada. subo al avión como un zombie. el sueño me quitó el miedo a los aviones, una suerte. bajo no se dónde. subo a otro avión, duermo. llego a belgrado como si estuviera llegando en un sueño soñado desde mi cama en mi casa en iberá. pero no, estoy acá. me peino, me lavo los dientes, busco mi mochila y salgo. ahí está milica. como sila hubiera visto ayer, primera entre un montonazo enorme de personas que esperan para encontrar a sus personas queridas. primera. la veo, no puedo creerlo, corro con todos mis bártulos encima y la abrazo, me abraza, me grita daaaaaniiii daaaaaani. me siento tan feliz, ¿cómo puedo explicarselo? tan tan feliz. sé que ella también. me doy las muchísimas gracias por haber venido a pesar de todo. hay que reconocer cuando uno toma buenas decisiones también. milica está más flaca y yo más gorda. las dos estamos de acuerdo. buscamos a su amiga ana por el aeropuerto, la encontramos. subimos las tres al auto de ana y me siento inmediatamente como en casa. belgrado no es como lo imaginaba, oscuro y gris. es una ciudad hermosa, los edificios son muy parecidos a los del resto de europa, hay mucho verde y la gente es amigable. mila dice que tiene una reunión de trabajo y que tenemos que ir para allá ahora mismo. me asusta mi pinta y cómo puedo hacerla quedar mal en su reunión. ana nos deja en una esquina que es un bar en construcción que mila tiene que diseñar y decorar. adentro nos encontramos con los cuatro dueños. están tomando birra y fumando. me invitan con un café, un shot de rakia (denominado por mí "veneno serbio" en mi anterior convivencia con serbios en barcelona) y mucho poto. el bar está absolutamente en ruinas y todos están trabajando. la mejor bienvenida que podía pedir, no puedo parar de sonreir y mila tampoco, es uno de los reencuentros más lindos e inesperados de mi vida, como si no hubiera pasado ni un solo día desde la última vez que nos vimos. termina la reunión de trabajo y uno de los chicos nos lleva a la casa de mila. se acaba de comprar un departamento impresionante. es el último piso de un edificio viejo. es todo blanco, con pisos de madera y techos altos. no hay nada, ni cocina. un par de muebles, no hay cocina, los vasos y cubiertos en el baño. en la habitación un espejo y una cama grande. robamos internet del vecino. salimos a caminar y mila me invita a comer una buena comida serbia. hay algo de cerdo con sopa, algo que parece niños envueltos, puré de papas y una copita de vino. nos contamos las vidas, sobre todo nuestras historias de amor, para variar. el mozo se acerca a cada rato y quiere sacarnos charla. al rato aparecen más amigas de mila. otra ana y el nuevo chico con el que está saliendo, la vieja ana y su perro. nos vamos todas para un bar con reposeras en la calle. al lado hay un parque y proyectan una peli de marilyn en la calle. intercalamos español con inglés con serbio, tomamos cervezas y cafés. al rato de estar ahí ya somos como diez, la gente va llegando y uniéndose al grupo. pronto me siento entre amigas aunque no termine de entender todas las conversaciones. mila me cuenta de nuestros planes: primero a lo del tio, después a lo de su mamá, luego a lo de su hermana y más tarde quedamos con las chicas. un típico paseo milica, todo el día en la calle. me olvido rápido del sueño que traigo acumulado. vamos a la casa de la familia mesterovic. es cerca de la casa de mila. conozco a su mamá, marina, de la que tanto me había hablado en barcelona. una mujer grande y hermosa, alta. lista para salir de fiesta con sus amigos, mila la convence de ponerse tacos. me muestran la casa donde creció mi amiga. ella se seca el pelony se cambia mientras yo me duermo una siesta en el sillón. salimos a un bar. vamos caminando y viendo un poco más de serbia. hay muchos edificios viejos, casi destruídos, que funcionan como bares y boliches. hay, también, mucha gente en la calle. llegamos al lugar y nos volvemos a encontrar con los amigos de antes y más. estamos unas horas ahí y huimos tras un encuentro no deseado con un ex de mila. vamos a un bar en un barco. básicamente, hay como diez barcos amarrados en la costa del danubio con fiestas y bares adentro. volvemos caminando y charlando. estamos antojadas pero la pizzería ya está cerrada. nos quedamos charlando en la casa, tapamos la ventana con una toalla y nos vamos a dormir, como cuando la invadí a mila en madrid.

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