15 de marzo de 2010

te ven la cara



habiendo pasado un par de días en marruecos, uno se da cuenta de una verdad inevitable: vas a comprar o comprar.
las técnicas de venta son impresionantemente convincentes: desde una aguda presión psicológica que apela a la culpa("¿te gusto mi país? a nosotros también nos gustaría conocer el tuyo, para eso necesitamos dinero, y nuestra manera de conseguirlo
es que vendiéndote esta alfombra"), a la simpatía (tienen una perfecta percepción de las nacionalidades: te ven e inmediatamentete hablan en tu idioma, nunca la pifian; si te ven medio españolita te gritan desde las puertas de los negocios
"juanitaa, ¡juanitaa!"); a la violencia (no existe el preguntar por curiosidad, si pediste un precio es casi imposible salir de la tienda sin que te pregunten cuanto es el máximo que estas dispuesto a pagar; "es que no lo quiero, solo preguntaba", "¿cuanto, cuanto, cuanto?").
hacia el final de nuestros tres días en grupo, nos dimos cuenta de que el viaje que habíamos pagado incluía pequeñas excursiones destinadas únicamente a que compráramos cosas. también nos dimos cuenta de que nos habíamos ido turnando y que cada vez que entrabamos a algún sitio, uno compraba algo (para el alivio de los demás, que se sentían liberados de la obligación). después le tocaba al comprador ser objeto de burla de todos los que habían zafado.
a mi me toco comprarme un pantalón a 25 euros (cariiiisimo) en una tienda en fes. mikel le compro los collares a mohamet. isaro se compro una alfombra y unos
aceites para masajes.
yuki tenia una polaroid preciosa. saco muchas fotos, hasta que haj se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. entonces cada vez que yuki sacaba una foto, haj le pedía "one for haj"; haj es tan gracioso y yuki tan bonita que no podia negarse.
así se acabo el rollo de polaroid en poco tiempo.
la cosa es que eventualmente encontramos una laguna en las estrategias marroquíes. los integrantes japoneses del grupo eran mucho menos acosados que los occidentales. cada vez que nos mostraban el proceso de producción de algo, los japoneses estaban
fuera de vista antes de que intentaran vendernos el producto final. cuando los intentaban hacer entrar en el juego del regateo, ellos simplemente sonreían y se iban. muchos marroquíes hablan japones, pero las obvias limitaciones de expresión
con un idioma tan difícil hacían que las interacciones fueran generalmente cortas y pacificas (algunas veces nos sorprendieron sosteniendo la charla e insistencia en japones por largo rato, pero fueron las menos).
a mi la gente siempre me vio rasgos orientales. de chiquita lo sufrí (mi apodo era "ponja"), pero decidí resignificar mis traumas.
a partir del hallazgo, decidí ser japonesa -al menos a los ojos marroquíes aprendí lo que tenia que aprender y lo repetí hasta el cansancio: algo así como "amaresukichene" (no me interesa). aprendí también a gestualizar y sonreír como japonesa. practique durante nuestras largas horas de trayecto en camioneta.
nunca mas compre nada -bueno, nada contra mi voluntad.

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