20 de mayo de 2010

éso que te pasa

el miércoles por la noche habíamos ido al teatro con mi novio pedro, mi amiga lola y su novio josé.

lo que pasó entonces –en medio de la función- fue algo tan fuerte, que cuando la ví a antonia el viernes –cervezas mediante- no pude evitar sentir la necesidad de compartirlo. fingí estar contándoselo espontáneamente, como si no hubiera revisado las formas mil y una veces. fingi mal, pero siempre se puede contar con antonia para que le siga la corriente a uno.

-antonia, dije, el otro día me pasó algo rarísimo. fuimos con pedro, lola y josé a ver una obra. nada parecía suceder fuera de lo ordinario; al menos durante la primera media hora. pero entonces me agarró una impaciencia. no sé, de ir a baño. no, no tenía ganas de mear. de levantarme, no podía soportar la silla, necesitaba tomar aire. como es normal en estos casos, empecé a buscar aire a mis costados y así fue como me encontré con la cara de josé. la cara de josé miraba la obra, atenta. la mano de lola le acariciaba la nuca, así, tan suavemente, tan lenta. me hipnotizaba la mano de lola. pronto me vi disfrutando de la caricia como si la acariciada fuera yo. entonces algo me pasó, ¡no! algo me poseyó: las ganas de besar a josé, de levantarme de la butaca y besarlo en la boca apasionadamente, fuerte, de apretarle el culo en mi mano, de morderle los labios. ganas de que lola se levantara al verme, de que no entendiera nada, de que pusiera el grito en el cielo, de que pedro gritara también, de que alguien –quizás- me agarrara de los pelos, de que la obra tuviera que interrumpirse. de ponerme en bolas subitamente y empezar a repartir bifes. de que el resto del público fuera público de todo esto, no sólo público, de que ellos mismos fueran conflicto, de que empezaran a quejarse y gritar y a tirarse de los pelos porque alguien había interrumpido la obra. ¡tenía ganas de despertar la histeria a patadas! de que los actores saltaran del escenario y comenzaran a golpearse con josé y pedro, como si ellos fueran los culpables. de que algún desorientado aprovechara el caos para empezar a prender fuego las butacas con un encendedor. tenía tantas ganas de hacerlo, sentía tanto el vértigo de estar a punto de hacerlo, tenía el beso tan en la punta de la lengua que por momentos entraba en un estado delirante en el que no podía discernir si ya no había hecho o no. tuve ganas de gritar, de hacer quilombo, de violar al santo silencio que hacíamos todos, de faltar el respeto. tenía tantas ganas, lu, que parecía real y el miedo ya no era a hacerlo, sino a no hacerlo. ¡antonia! y no es la primera vez que me pasa.

antonia me miraba fijo sin decir palabra.

-éso que te pasa, ramona, esas ganas de hacer quilombo, éso mismo es el teatro.

1 comentario:

flor. dijo...

ayayay estos actores...

tengo blogge locooo!!!! ;)