29 de agosto de 2011

una ciencia ficción

-nada, dijo amparo a su pajarito cantor dx300 recién estrenado, nada en el mundo nos separará.
había sido el regalo de sus dos mejores amigas para su último cumpleaños; ellas la conocían hace 328 años ya y conocían al detalle su gusto y sus necesidades. había sido, una vez más, un regalo exitoso. desde aquel dia en que liel había abandonado la chocita flotante en la que vivían sobre el pacifico, ni amparo ni aquel hogar habían podido encontrar sosiego. ampano necesitaba compañía, algo que se sintiera vivo cerca de ella, algo que mutara o evolucionara o sintiera necesidad.
no había pensado nunca en conseguirse un pajarito cantor; nunca le había prestado demasiada atención a aquel producto siquiera. cuando la radio que llevaba incorporada en su cabeza –liel la había convencido de que lo hiciera, los pequeños riesgos de la cirugía eran mínimos respecto a la ventaja de llevar una radio en el cerebro- pasaba los anuncios del pajarito, ella pensaba automáticamente en aquello que había aprendido en la escuela que se llamaba “animales”: seres extraños que alguna vez habían poblado la órbita y entre los cuales había algo así como una especie llamada pájaro. su atención volvía a dirigirse a la radio solo cuando comenzaba nuevamente la música.
con el tiempo fueron conociéndose, amparo y el pajarito cantor. ella lo posó sobre su hombro y allí se quedó el metálico pajarito colorado, levitando al lado de su cabeza donde fuera que ella fuera.
la primera mañana fue raro. lo había posado durante la noche para observarse tranquila con su nueva vista de sí misma de 360 grados (recién se compraba los lentes y le gustaba investigarlos durante la noche). se vio, brillante, triste, con un pajarito cantor colorado, metálico y plumoso volando sobre su hombro izquierdo. quiso llorar como había querido tantas veces en su vida; lamentó una vez más el que sus padres le hicieran la cirugía al nacer, le hubiese gustado tener la opción. se intentaba consolar pensando que ella también hubiese decidido extirparse las glándulas lagrimales.
pronto estaba en su esquina, durmiendo. el pajarito sobre su hombro dormía también. 
aquella mañana ella desayunó por primera vez con el cantor a su lado. sintió su melodía temprano y las notas alegres le llenaron el corazón de amor. lo cubrió de las lluvias y los ruidos mientras atravasaban la ciudad hasta su trabajo en el observatorio municipal. una vez allí, lo presentó a sus compañeras de turno y le dió de comer durante el almuerzo. llegó a quererlo como a un hijo. llegó a arrullarlo sobre sus hombros por las noches y a veces hasta a suspirarle sus pesadillas. 
hasta que un día se despertó y se miró con su vista de 360 grados. le pareció tan ridículo llevar aquel pajarraco de metal sobre el hombro que se lo quitó sin dudar, apagó sobre su pico el cigarrillo y lo arrojó a la basura.

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