12 de agosto de 2011

otra vez el amor

 


-¡contáme!¡contáme de nuevo!
-pero ¿otra vez?, ¿de nuevo? ¿lo mismo?
-lo mismo, ¡por favor! no cambies ni una palabra (no te atrevas).
-bueno, era un viernes y llovía. quizás era el mediodía, pero en realidad era de noche; no había luz y los gatos dormían. bueno, no todos los gatos: el nuestro maullaba nervioso porque se había caído en un pozo. lo habíamos rescatado una vez ya, algunos días antes, pero él solo se volvió a caer. algo había ahí dentro que lo atraía con una fuerza más potente que el sentido común. si yo hubiese podido encontrar ese algo lo hubiera traído a casa para que el gato viviera aquí con el mismo ahínco con el que se metía en aquel pozo. pero claro que no podía verlo, para mí aquel pozo no era más que un pozo y mi gato no era más que un animal estúpido que caía dos veces en la misma trampa. la primera vez había vuelto con pulgas y en el camino a casa habíamos visto una rata muerta. el viernes llovía e imaginaba a la rata con la boca abierta que se iba llenando de agua por dentro, el agua la lavaba y no encontraba resistencias en aquel cuerpo apagado. pensaba en la casa y sólo veía ratas y pulgas, quería salir corriendo a los brazos de alguno, pero días antes me había arrancado las muelas y todavía tenía algo de chiste en la cara. pasé el día en la casa pensando y pensando; era difícil porque era de noche –aunque fuera de día- y la noche no es buen escenario para los problemas, pero sí para el amor. terminé pensando en el amor, 
una vez más en el amor. 


(me gusta un pibito)

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