1 de agosto de 2011

ella dijo

why am I alive anyway?


Dijo que ella no era como ellos, que no andaba levantando año a año las miserias del suelo como basurero, pensando es mi fiesta y me cojo a quien quiero. Es mi miseria y me la meto adonde quiero. No estaba en una banda de nada, los baños de algunos lugares le daban asco y miedo, tanto que mientras meaba estiraba una de las piernas para sostener la puerta con el pie mientras apoyaba el brazo extendido sobre la pared perpendicular, cuidando no apoyar –jamás, por dios, jamás- el culo en esa tabla asquerosa llena de pendejos y meo y a la vez intentando no aspirar aquel aroma a lavandina ni mojar los pies demasiado en aquel charquito marrón del piso. Estaba segura de que cualquiera de los jipis de mierda las personas que había allí fuera sería capaz de entrar al baño mientras ella meaba.
No. No era como ellos y dejó de intentar serlo. No le gustaba la merca; la palabra merca le sonaba a película argentina con Ricardo Darin Diego Peretti Julio Chavez actuando de policía. No soportaba el cine argentino y no se conocía a los actores. A diferencia de todos ellos, ella improvisaba: no sabía de nada y todo lo que podía compartir con ellos era resultado de alguna magia espontanea que casi todas las veces la aterrizaba en un lugar cálido pero también muchas otras en lugares incómodos y pequeños.
Ella era capaz de frivolidades que bien sabía ninguno de ellos podría soportar. No pensaba que cada vez que un pibe le hablaba era porque se la quería coger y creo que no le gustaba leer.
Digamos que ella también sabía que en muchos sentidos los intentaba complacer y era quien ellos necesitaran que fuera. Que algunas mañanas se levantaba emocionada de ser parte de aquello, pero que muchas tardes aquello se convertía repentinamente en un profundo dolor y poco a poco se comenzaba a vestir con las ropas que ellos le regalaban. Eran prendas viejas de ellos, o nuevas y feas.
Les dijo también que ella tenia otra manera de sufrir. Que no, para ella no había pasado una mierda ya y no había transitado un carajo y que mierda y la reputa madre lo único que quería era salir a romper cosas. Que muchas veces había pensado que todos eran una manga de forros y que la vida no sería más que la tortura infinita de tener que lidiar con la misma mierda que se repite incesantemente hasta el fin del mundo. Esos eran los peores días. Terminaba siempre pensando en que la culpa no era más que suya y que, efectivamente, su vida sería un camino infinito de la misma mierda que ella tendría que bancarse a si misma.
Les dijo también que ella no leía el diario ni el diccionario y que entendía la mitad de las cosas que ellos decían. Que a veces se sentía mal, pero también que no creía en aquello y no lo veía menos superficial y estúpido que lo que ella hacía. Todo era una mierda. Que no le gustaba cogerse a cualquiera ni la cerveza. Que tampoco vivía en algún otro mundo identificable sino que se sentía muy sola y diferente, a veces quizás peor. Y encima ella no era eso, sino que eso salía, a veces, como una magia pero que cuelga de un hilo demasiado fino. No entendía cómo había terminado ahí.
Les quiso pedir cosas antes de partir. Como reclamos, días, fechas. Devolverles un poco también, quizás contar alguna verdad. Ya estaba fuera: eran distintos; ahora la calma ante todo.
La música horrible se había terminado y Lucifer ya no vivía aquí. Se podían ir todos bien a la mierda. Ella también, claro.

2 comentarios:

Cecilia dijo...

todo eso me suena de alguna manera muy familiar.

variedad de frutas dijo...

jajaja, es que seguro que, como a ella, no te gusta apoyar el culo en el inodoro sucio!