3 de septiembre de 2011

capitulo ¡!

Establecido de esta manera nuestro nuevo vinculo, las dos nos impusimos, a espaldas de la otra, el adaptarnos a esta nueva vida. Mama claramente no disfrutaba de mi compañía y yo aún no tenía recursos económicos ni emocionales como para irme y dejarla a ella atrás. Me quedé y así fueron las cosas; me acostumbré a obedecerla por no generar desencuentros y todo marchó sobre ruedas.
Un día tocaron el timbre por la tarde y era el hermano de mamá, Silvio. Ni mamá ni yo lo veíamos desde hace cuatro años, cuando habíamos ido a su casa a pasar una navidad. Siempre sostuve la impresión de que no les habíamos caído bien porque mamá no había querido gastar en regalos y en aquella fiesta todos habían preparado regalos para todos, menos nosotros.
De todas maneras, aquí estaba; era la primera vez que un hombre pisaba la casa desde Héctor. Mamá, al dejarlo entrar por el hall, me pidió que me fuera a mi habitación hasta que me volviera a llamar. Yo obedecí y sentía la rabia picarme debajo de las uñas mientras me encerraba. Esperé adentro durante una hora y media antes de darme cuenta de que mamá se había olvidado de mí. Salí de la habitación y me camine a través del living: allí estaban ellos, sentados a la mesa, tomando té caliente, sin mirarse a los ojos. Silvio contaba una historia y mamá, callada, lo escuchaba.

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