23 de diciembre de 2011

este oscuro y meditabundo diciembre

vamos a encontrarnos pronto. como cada vez, tendremos los ojos violetas e hinchados de llorar. ninguna dirá nada porque ya nos habremos habituado a la falta de las palabras, al mundo de la tristeza con los gestos, con el pelo recogido, con las manos lentas que preparan la comida que también sabe triste.
yo recordaré a la bici que pasaba, bajo el sol, camino a la plaza
-mirá, amor, así te voy a llevar, me había dicho él, y a mí me había parecido tan cierto, tan liviano, el gesto de sentirme llevada.
te voy a mirar, cuando nos encontremos, mientras preparás la comida para otro, para tu hijo, o para nadie quizás. y no me van a salir palabras, sólo las ganas de hace tiempo de quebrar el silencio con violencia. pensaré en el palo de escoba, en partir la pecera de un golpe, en dejar a todo morir.
no importa lo que pueda recordar. aunque me revuelva la tripa, aunque me arrastre de nuevo a la cama asustada como un perro escondido en la sombra. no importa lo que me canse y se me ate al pie como yunque.
importa lo imperativo de tus manos que mecen las cucharas en las ollas y la escoba en la esquina que espera pasiva. importa que la agarraré y te copiaré el gesto que impera la limpieza, agazapando a los objetos que esperarán, inmóviles, el duro golpe que acabará por fin con todo.  

1 comentario:

viste como son las cosas dijo...

Siete días más y ya se termina.