22 de julio de 2012


Le habían dicho que trabajaría un mes a prueba, sin sueldo, y entonces decidirían qué hacer con él. La ayuda de Tatiana, que por otro lado lo dejaba agotado a la hora de volver a casa, lo había hecho entrar. Cuando cobró su primer sueldo invitó a Ofelia a un espectáculo de choro en un bar de la Alfama. Mientras esperaban el comienzo, él le comentó que le habían informado que subiría el costo del alquiler de su habitación. Ella se movió en su silla y miró durante largo rato al costado, notablemente incómoda. Se tomó un tiempo en desarmar el recogido que llevaba justo encima de la nuca. Fue sacando una a una las hebillas que lo sostenían y los mechones iban tomando vida uno a uno, hasta formar una viva masa de pelo suelto. Luego invirtió la labor y comenzó a armarlo nuevamente: primero enroscando cada mechón con su dedo índice y luego agarrándolo firme con una de las hebillitas que ahora sostenía entre sus dientes.
-Podés mudarte a casa, si querés.

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