4 de octubre de 2012



día 17
el tren supuestamente cruza los urales, pero no hay nada a la vista. "estamos cruzando los urales", anuncia vladimir. nada.
primeras comidas en el tren. mi paladar ya se acomodó al menú ruso: siempre una ensalada, una sopa y un plato. a veces agua, a veces no, aunque la pidas. el ingrediente estrella de la ensalada es siempre el pepino y todo está rociado con eneldo. creo que nunca antes había comido eneldo. la sopa por lo general es de procedencia desconocida, tiene pedazos de carne que prefiero evitar. y el plato principal incluye una torrecita de arroz y alguna carne roja o pescado. el menú del tren es mucho mejor de lo que esperaba.
llegamos a ekaterimburgo. ekaterimburgo, me toma un rato aprenderme el nombre. la estación es parecida a la de moscú y todos lados: humo y ruido. tomo un colectivo que me deja en el hotel. ceno con una pareja de viejos españoles de castilla. ella es fanática y se pasa la cena enumerándome las maravillas turísticas de su comunidad. intento acordarme algo de lo que aprendí en la facultad y sólo me queda el cid, ¡tanto tiempo al pedo! no se me va de la cabeza el mareo, el sonido y la sensación de vaivén del tren.
no es ni tarde ni temprano. vuelvo a mi habitación y me dispongo a tomarme un vasito de whisky. quiero poner a cargar mi cámara y me doy cuenta de que me olvidé el cargador en el tren (autoflagelo 3). me enculo terriblemente, no sé qué me pasa que estoy haciendo estas cosas.
pongo música, me tomo toda la petaca y el hotel me da vueltas cuando me acuesto a dormir.

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