27 de junio de 2013


La cuadra tenía cinco casas, una de las cuales estaba abandonada. Nadie recordaba a quién había pertenecido, ni siquiera quienes habían sido los últimos en habitarla. En los recuerdos de la gente de la cuadra se mezclaban las caras de sus propias familias, con las voces de viejos amigos y los nombres de antiguos compañeros de trabajo. Todo intento de reconstrucción de la historia de aquella casa daba como fruto un híbrido de personajes mutantes que de alguna manera u otra se relacionaban con la historia de cada vecino. Las especulaciones nunca se acercaban a la verdad; quizás sí ¿cómo saberlo? Podríamos afirmar que no existe tal cosa como la verdad y admitir, entonces, una cuota de certeza en cada relato, en cada imaginación, por más de que uno pueda negar al otro y quizás hasta estemos burlándonos de las leyes de la consecuencia.

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