No es lo
mismo pensar en cualquier cosa. Cada cosa tiene su manera de ocupar el pensamiento
y es casi imposible encontrar dos que lo ocupen igual. Una cosa, por ejemplo el
clima, puede ocupar todo, absolutamente todo, el pensamiento y a la vez carecer
de fuerza y tiempo de permanencia. Otra cosa, por ejemplo el amor, puede ocupar
todo nuestro pensamiento con toda la fuerza, envenenando cualquier otra cosa y
dejando el suelo de la mente estéril para producir otro pensamiento,
cualquiera, por más liviano y simple que sea.
Para que se
entienda: no es lo mismo pensar en la economía chilena que pensar en una receta
de empanadas que en qué sucede cuando una hormiga se ausenta del nido–accidentalmente: prendida de un
sweater o aferrándose a una galletita que se mueve de lugar- ¿muere de soledad,
sin rumbo ni propósito?
Lo que
quiero decir es que hoy pensé en Lidia, y no se pareció a pensar en nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario