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¡Ruines
los que defienden el verano!
Nos
levantamos a las 7 con la cama transpirada. Oliver apagó el aire en
el medio de la noche y yo no lo había escuchado. El taxi llegaba
recién a las nueve, así que fuimos al lugar de ayer a desayunar.
Oliver me dijo que tenía una sorpresa y sacó de su mochila verde un
juego de ajedrez chiquito que se dobla en dos. Hace tiempo que
dijimos que me iba a enseñar. A él le había enseñado su papá.
Me mostró como se acomodaban las figuras y yo lo copié con las
negras. Vino el mozo y nos tomó el pedido. Thank you, nos
dijo antes de alejarse. Se puso una mano en el corazón y meneó la
cabeza de un lado a otro, manteniendo los ojos fijos en nosotros.
Oliver me pateó por abajo de la mesa. Habíamos estado riéndonos de
que toda la gente en la India hace el mismo gesto ¿por qué? Para
los dos es hermoso.
Para
ir a las Backwaters, primero tomamos un omnibus que nos llevó hasta
la terminal fluvial. Un montón de chucherías de colores colgaban
del espejo retrovisor. Sobre el asiento del conductor, una figura del
Dios Shiva. El parabrisas delantero tenía inscipciones en malabar,
el idioma oficial de Kerala. Oliver encontró un asiento libre al
fondo, yo contra la ventana del pasillo. NI bien arrancó el motor,
yo apoyé la cabeza contra el vidrio y dormité. Lo podía escuchar a
Oliver charlando con alguien, una chica. Le contaba de nosotros. Que
nos habíamos conocido en Australia. Los dos estabamos allá
trabajando y compartíamos una casa con otras treinta personas. Él
había llegado un año antes que yo, sí, había conocido Australia
muy bien. Había trabajado en Kathmandú. Cuando yo lo
conocí, Oliver tenía el turno de la tarde. A la mañana iba a
practicar capoeira o a la pileta de Fitzroy. Volvía sin remera,
despeinado. Yo lo veía subir la escalera cada mediodía, lo esperaba
sentada en el balcón, leyendo. Me acuerdo que la noche que me
confesó su amor, en el camino a la casa le dije que quizás pasaba
al día siguiente por Kathmandú a saludarlo. Pero nunca pasé, no me
animé. Después él me confesó que había estado esperándome. Nos
habíamos ido de Australia y todavía no había ido ni una vez. Me
quedé dormida contra el vidrio del ómnibus mientras Oliver le
contaba a la chica sobre nuestros planes de viaje.
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