8 de agosto de 2015

Entramos a la habitación y me saco la ropa, tengo las manos pegajosas y sucias. Siento que la mugre me tapa hasta la vista. Abro la ducha fría y la caliente a la vez, no me importa, lo único que quiero es que caiga la mayor cantidad posible de agua encima mío. Me enjabono exhaustivamente. La puerta del baño está medio abierta, la presencia de Oliver ronda la habitación con mucha menos urgencia. Me toca secarme de nuevo con la toalla azul; es tan lisa y fría que me dan ganas de ni secarme. Extraño fregarme la espalda con la alfombrita rasposa de las toallas de la casa de mi mamá. Eso es bañarse.
Como sospechaba, Oliver está en la terraza y con los auriculares. Hoy eligió jugar de nuevo con las bolas azules. Las revolea por el aire, tiene espacio suficiente en la terraza para jugar a sus anchas. Siento alivio de que Oliver va a estar contento y ocupado por un rato. Me pongo mi short de piyama, es lo más fresco que tengo. En la parte superior de mi mochila ya se acumuló una bolsa entera de ropa sucia, este es el momento perfecto. Como tapón uso la tapita de la botella de mi agua mineral, entra justo, lleno la bacha de agua fría y vacio la bolsa entera. Casi no entra y el agua empieza a revalsar. Agarro prenda por prenda y las voy fregando con jabón blanco. Tengo mi remera negra, un par de medias y varias bombachas. Cuando termino, el agua que junté está casi negra. Saco el tapón, enjuago todo y vuelvo a empezar. Esta vez dejo la bacha llena, y la ropa enjabonada en remojo por un rato.
Por primera vez en el viaje, se me ocurre que puedo escribir. Me peino, me hago una trenza, enciendo la compu, cierro un poco las cortinas, encuentro el rincón de la cama donde me queda más cómodo cruzarme de piernas y dónde puedo acomodar las cosas. Tengo notas de cosas que me quedaron por escribir, sobre todo pienso en las historias que me contó Mila cuando fui a Serbia, mis impresiones de Belgrado y de los Mesterovic. No lo quiero dejar pasar, tampoco el recorrido por el transiberiano, la ruta de la seda y Japón. La larga ruta que me trajo hasta acá, los trabajos, las personas, la infinidad de tiempo en la soledad más absoluta. Hace tiempo que no logro escribir, pero por suerte cumplo con tomar notas, hacer listas, registros amorfos de las cosas que van pasando y quiero recordar cuando me siente a escribir. Decido empezar por Serbia y abro un archivo que se llama Belgrado.doc. Esta es la computadora de Oliver pero me la comparte bajo la promesa de que haga una carpeta que se llame “Maia” y ponga ahí todos mis archivos, nunca mezclados en cualquier lado con las cosas de él. La compu es lenta y hasta el word tarda en abrir. Antes de leer, busco el porro de la mochila de Oliver y me armo uno. Lo fumo sin avisarle, mirando fijo a la pantalla. El archivo tiene un mail que me mandó Mila.  
Nada, en idioma serbio, quiere decir esperanza. Siempre he querido escribir sobre ella, sentía que se lo debía. Pues, ¿qué mejor oportunidad para empezar? Nadie sabe donde o cuando nacio. ella tampoco lo supo. No sabia escribir, y sabia leer solo cirilico. Hablaba roma, serbio, rumano, un poco de alemán y un poco de todo. Llevaba el pelo laaaaaaargo, largo, largo. pero siempre recogido en una ....no sé cómo se llama en español. Yo siempre quise tener pelo como ella. Era muy bajita y flaca. de piel negra como los indios, y siempre contaba que ella venia de la India, que es cierto porq los gitanos llegaron a Europa desde India en edad media. Siempre llevaba un monton de faldas una encima de la otra, con dibujos de flores, pero tadas diferentes (te puedo encontrar algunas imagenes). Y un pañuelo en la cabeza, y pendientes de oro amarillo, casi rojo. Tenia unas manos muy bonitas y dedos largos. Fumaba drina, un tabaco negro, cigarillos sin filtro. tenia un tos de fumador horrible, y toseaba cuando se sonreia...y sonreia mucho. Ella llegó a casa por mi abuelo, él era general, y iba con su chofer por algun lado al sur del Belgrado. Cuando regresaban era casi de noche y ella iba andando la lado de la carrtetera, se pararon y le preguntaban donde iba. Ella le dijo que se va a Belgrado para buscar trabajo. Y después de media hora (porque no queria subir al coche, y le estaba mandando al carajo a mi abuelo y su coche y su chofer y su uniforme) subió y ha venido a trabajar a su casa. Ella era la única persona que no le decia usted a mi abuelo y le hablaba como si fuera un niño, todo el mundo le tenía miedo.

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