1 de marzo de 2011

hay que aprender a querer a la música, también


yo le pedí que me acompañara a ver el departamento. a ver qué pensas, qué te parece, ¿dónde pondrías el sillón? le chupaba un huevo, quería disimular y no podía. yo no tenía donde alojar más rabia. esperá, me dijo, esperá que te quiero motrar algo; ahí vamos, pero antes esperá. yo esperé, casi para demostrarle lo inútil que iba a ser esperarlo, lo esperé casi para molestarlo. escuchá esto, me dijo, vos que querés aprender chelo, escuchá qué lindo. me conmovió. no cambié la cara de culo. me tenía las bolas llenas con la música. nada, nada le importaba más que la música y mucho menos algo de carne y hueso. él era impenetrable, sólo la música. y cuánta razón tenía: hoy el departamento no existe, él andá a saber por dónde andará, pero la música esta me sigue a todas partes. hoy descubrí como hacía él para aguantarse tanta soledad.

1 comentario:

marìa lluvia dijo...

què lindo, què lindo