31 de julio de 2011

brasil

pensó: voy a llorar durante los próximos 30 segundos y después voy a acabar con todo este asunto.
apoyó la espalda sobre la pared de la cocina y dejó ir todo su peso.
pensó primero en la muerte. quiso imaginar la suya y casi no pudo. intentó verse a ella misma con la piel blanca como una nube, con una pierna en vez de un brazo, hojas y tierra en el pelo, cubierta de manchas negras, líquido rojo corriendo sobre su piel e inundando la habitación. la sangre colándose por debajo de la heladera y de la mesa, como un mar empujado por la fuerza de las olas que ahora serían el fin de todas las cosas.
no lo creyó. demasiado policial, demasiado novelero. intentó entonces pensar en su cama y en un cuerpo anciano yaciendo ahí, meditando sobre tiempos pasados de juventud. la muerte entonces no se le presentó angustiosa y decidió pensar a continuación en: el hambre, la pobreza, los hermanos separados al nacer, las cucarachas, los dias de lluvia y la cacería de animales en extinción.
ni una lágrima, naturalmente.
la ventana de la casa daba al patio que lindaba con el patio de al lado que daba a la ventana del vecino, desde donde se escuchaba una música: como carlito´ seguro no hay dos, vamos bailar!
pensó en brasil y rompió en llanto.

no sabía qué era lo que tenía ese país
que la ponía tan triste.

1 comentario:

santha dijo...

Ese país tiene tanta alegría que da tristeza