8 de agosto de 2011

jorge y antonio charlan y

y entonces jorge seguía hablando y hablando pero antonio dejó de escuchar y sólo sentía un murmullo amorfo y aquello le comenzó a parecer tan tonto que se imaginaba que aquel hombre y él se encontraban sumergidos en el agua y el otro hablaba y hablaba pero de su boca sólo salían burbujas de distintos tamaños que ascendían elegantes en busca de un destino mejor. o más libre.
antonio sentía deseos de escuchar pero sólo podía pensar en lo que le esperaba: llegar a casa y armar los bolsos con meticulosidad, siguiendo una estricta lista de componentes, ninguno de los cuales podía faltar para la realización del plan. revisaba lentamente, como recorriendo las letras de los nombres, la lista necesaria. de la c a la p la recorría alfabéticamente, luego en orden de importancia, si acaso era posible. observó con su memoria unas cuantas fotos del pasado. llegó a distinguir con alegría unos ojos azules con boca de pez que alguna vez habían significado un quizás. recordó entonces aquel momento en que todo había sido posibilidad.
así, mientras jorge articulaba, entre las algas, palabras como el ruido del agua, antonio quebró sus rodillas, se acomodó sobre el piso donde habían estado sosteniéndose sus pies y rompió en llanto.


de esta manera terminaban todos sus cuentos: con un llanto emocionado frente al recuerdo de sus tiempos mozos. 

1 comentario:

todojunto dijo...

arriba y abajo del mar los finales suelen ser de llorar...