25 de octubre de 2012


día 23

odio al brasileño y él me odia a mí. algunos de los dos no sobrevivirá este viaje.
el viaje es un desafio en ascenso de la tolerancia a los baños más exóticos. sin puerta, al aire libre, en un agujero, con olores nunca jamas imaginados. vamos a visitar a una familia campesina a chusmear. entramos y comemos. estoy con la española fanática de castilla y se pasa todo el almuerzo hablando sola de algún libro con delirios místicos sobre curas castellanos, etc. los rusos hacen ruido cuando toman la sopa, también vladimir.
estoy hasta la nuca del cordero. el olor me da nauseas. encuentro un gatito igual a lucifer y cuando me distraigo me doy cuenta de que vladis me está sacando fotos, chan. momento horroroso.
el brasileño y yo intercambiamos miradas de resentimiento.
después de la comida nos ofrecen andar a caballlo. los caballos mongoles son una mezcla entre ponys y perros. pero la cagablgata es hermosa, atravesando un bosque de arboles que están amarillos por el invierno, un suelo cubierto dehojas y tres rios.
uno de los mongoles nos muestra sus destrezas de jinete y me quedo estupefacta. no vuelve nunca.
entonces nos vamos a un monasterio budista en el medio de la montaña, una hermosura llena de colores brillantes, escaleras y mensajes en el camino.
a la vuelta cenamos en el restaurante común. ahí están el chofer y muchos otros choferes jugando al ajedrez,pintando, chupando y fumando. el restaurante inospito de repente se convierte en un fiestón de 10 personas. apagan las luces, ponen la peor rancimúsica del mundo, liberan el vodka y ¡a bailar! entonces sentí por primera vez la mano de un mongol intentando bailar haciéndome dar vuelta tras vuelta tras vuelta. era como agarrar piedras.
el chofer me obliga a tomar vodka y a bailar con él. así, me obliga.
son como las tres de la mañana y nos vamos a la yurta con ijma. vemos la carpa de vladimir con la luz prendida. nos acercamos y le preguntamos si estaba bien y de repente sentí mucha, pero mucha, verguenza.

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