13 de marzo de 2015

2
Para Celes


Oliver se levantó temprano. Yo lo sentí moverse en la cama pero me hice la dormida. Cuando se fue, puse el aire y me dormí de nuevo.
Cuando volvió, me despertó. Me dijo que había dormido demasiado, aunque yo sentía que no había dormido lo suficiente. La piel de Oliver se veía distinta en la India, como brillante. Me dijo que había ido a correr, se lo veía agitado. Los sajones no se broncean bien, la piel se les pone fucsia enseguida, a Oliver ya se le empezaba a notar el rojo en la cara. Hacía sus ejercicios del brazo, dando lentos aletazos. Ya empecé a acostumbrarme al olor, pero esta mañana casi se lo digo. No usa desodorante, dice que el aerosol y el antitraspirante están llenos de químicos que hacen mucho mal a la piel y al planeta. En varias conversaciones sobre el tema lo escuché decir que que tenía de malo el olor del cuerpo humano. Yo nunca me animé a enfrentarlo al respecto, siento que si digo algo me va a dar más vergüenza a mí que a él.
Una vez, cuando todavía no estábamos juntos, le sentí olor a tacho de basura. Nunca había olido algo semejante en una persona. No sé por qué me molestó mucho. Él me gustaba y quería que me siguiera gustando, pero ese día empecé a dudar si podría pasar. No quería empezar a estar con él para después querer cambiarle todo. Pero tampoco quería dejar la posibilidad de estar con él y ajustarle algunas cositas para que me siguiera gustando. Me preguntaba constantemente cuál era el límite, pero no me pude responder y casi instintivamente seguí con mi plan de conquista.
Para traer al viaje Oliver compró algunas cosas de malabares. La que más usa son unas pelotas de plástico que cuelgan de sogas y se usan para hacer figuras. Me dijo que son una imitación liviana de las cadenas que se usan para hacer malabares con fuego. A Oliver le encanta hacer malabares con fuego, dice que es muy bueno. Yo lo vi y me encantó, pero no sabría decir qué es bueno en el mundo de los malabares.
Oliver revisó su mochila verde y sacó las pelotas y su ipod chiquito y rosa. Se puso los auriculares. Me invitó a ir afuera con él a los gritos. Ni escuchó mi respuesta creo, pero era obvio que le iba a decir que no. Por la ventana vi cómo brillaba el sol de verano, le dije que se pusiera protector y me preguntó si sabía cuántos y qué tipos de químicos hay en los protectores solares. Negué con la cabeza. Está bien quemarse, construye carácter.

Por la ventana lo espié mientras hacía sus malabares. Estaba muy concentrado en el ir y venir de sus pelotas de plástico. Me dio ternura y hambre. Oliver me dice siempre que para estar bien, necesita hacer ejercicio. Yo, para estar bien, necesito dormir y comer. Me preocupa que nos gusten cosas tan distintas.  

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