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Para Celes
Oliver se levantó temprano. Yo lo sentí moverse en la cama pero me hice la dormida. Cuando se fue, puse el aire y me dormí de nuevo.
Cuando volvió, me despertó. Me dijo
que había dormido demasiado, aunque yo sentía que no había dormido
lo suficiente. La piel de Oliver se veía distinta en la India, como
brillante. Me dijo que había ido a correr, se lo veía agitado. Los
sajones no se broncean bien, la piel se les pone fucsia enseguida, a
Oliver ya se le empezaba a notar el rojo en la cara. Hacía sus
ejercicios del brazo, dando lentos aletazos. Ya empecé a
acostumbrarme al olor, pero esta mañana casi se lo digo. No usa
desodorante, dice que el aerosol y el antitraspirante están llenos de
químicos que hacen mucho mal a la piel y al planeta. En varias
conversaciones sobre el tema lo escuché decir que que tenía de malo
el olor del cuerpo humano. Yo nunca me animé a enfrentarlo al
respecto, siento que si digo algo me va a dar más vergüenza a mí
que a él.
Una vez, cuando todavía no estábamos
juntos, le sentí olor a tacho de basura. Nunca había olido algo
semejante en una persona. No sé por qué me molestó mucho. Él me
gustaba y quería que me siguiera gustando, pero ese día empecé a
dudar si podría pasar. No quería empezar a estar con él para
después querer cambiarle todo. Pero tampoco quería dejar la
posibilidad de estar con él y ajustarle algunas cositas para que me
siguiera gustando. Me preguntaba constantemente cuál era el límite,
pero no me pude responder y casi instintivamente seguí con mi plan
de conquista.
Para traer al viaje Oliver compró
algunas cosas de malabares. La que más usa son unas pelotas de
plástico que cuelgan de sogas y se usan para hacer figuras. Me dijo
que son una imitación liviana de las cadenas que se usan para hacer
malabares con fuego. A Oliver le encanta hacer malabares con fuego,
dice que es muy bueno. Yo lo vi y me encantó, pero no sabría decir
qué es bueno en el mundo de los malabares.
Oliver revisó su mochila verde y sacó
las pelotas y su ipod chiquito y rosa. Se puso los auriculares. Me
invitó a ir afuera con él a los gritos. Ni escuchó mi respuesta
creo, pero era obvio que le iba a decir que no. Por la ventana vi
cómo brillaba el sol de verano, le dije que se pusiera protector y
me preguntó si sabía cuántos y qué tipos de químicos hay en los
protectores solares. Negué con la cabeza. Está bien quemarse,
construye carácter.
Por la ventana lo
espié mientras hacía sus malabares. Estaba muy concentrado en el ir
y venir de sus pelotas de plástico. Me dio ternura y hambre. Oliver
me dice siempre que para estar bien, necesita hacer ejercicio. Yo,
para estar bien, necesito dormir y comer. Me preocupa que nos gusten
cosas tan distintas.
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