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Cuando era chica
y volvíamos de lo de mis primos en Monte Grande, yo miraba los hoteles del
camino, al costado de la ruta, con sus carteles y sus ventanas, su aura
misteriosa. No entendía por qué hacíamos ese viaje tan largo de noche en vez de
quedarnos en uno de esos, aprovechando la oportunidad mágica de cambiar de casa
sin cambiarla de verdad.
Nos sentamos en nuestra mesa de siempre. Me enoja que ya tengamos una mesa
de siempre. Sue domina la charla con las últimas novedades de la vida de Brit,
que fue al casamiento de su primo y ahí vio a Tucker, el hijo de Sue, con su
nueva novia, a quien Sue no conoce; alguien le escribió en su muro que Bambi
está famélico pero es un chiste, Bambi está bien y Tucker está dándole de comer.
Abro el diario sobre la mesa. Hoy es el aniversario de la tragedia de
Bhopal. Ocurrida el 3 de diciembre de
1984, se originó al producirse una fuga de isocianato de metilo en una fábrica
de pesticidas, propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide. Es la
primera tragedia que conozco que coincide con mi cumpleaños. Es el segundo
cumpleaños seguido que paso lejos de Buenos Aires. A veces me pregunto si
valdrá la pena, si está en el viaje la inspiración para mi nueva escultura. Carioca, la forma de Río, no es lo único
que puedo registrar. Podría volver a casa, tomarme un tiempo para bucear en
otras ideas, probar materiales nuevos.
Llega la comida y guardo el diario en la mochila para leer antes de dormir.
Peter hace un brindis por mis 30. El viejo Antoine, como todas las noches, toma
solo en la mesa de la esquina. Se acerca y también brinda conmigo. La trentaine est un âge
difficile. La vie est finie, l'existence commence. Me habla con la boca muy cerca de mi cara, dejo de respirar
para no sentir su aliento.
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