17 de febrero de 2017

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Cuando era chica y volvíamos de lo de mis primos en Monte Grande, yo miraba los hoteles del camino, al costado de la ruta, con sus carteles y sus ventanas, su aura misteriosa. No entendía por qué hacíamos ese viaje tan largo de noche en vez de quedarnos en uno de esos, aprovechando la oportunidad mágica de cambiar de casa sin cambiarla de verdad.
Nos sentamos en nuestra mesa de siempre. Me enoja que ya tengamos una mesa de siempre. Sue domina la charla con las últimas novedades de la vida de Brit, que fue al casamiento de su primo y ahí vio a Tucker, el hijo de Sue, con su nueva novia, a quien Sue no conoce; alguien le escribió en su muro que Bambi está famélico pero es un chiste, Bambi está bien y Tucker está dándole de comer.
Abro el diario sobre la mesa. Hoy es el aniversario de la tragedia de Bhopal. Ocurrida el 3 de diciembre de 1984, se originó al producirse una fuga de isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas, propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide. Es la primera tragedia que conozco que coincide con mi cumpleaños. Es el segundo cumpleaños seguido que paso lejos de Buenos Aires. A veces me pregunto si valdrá la pena, si está en el viaje la inspiración para mi nueva escultura. Carioca, la forma de Río, no es lo único que puedo registrar. Podría volver a casa, tomarme un tiempo para bucear en otras ideas, probar materiales nuevos. 

Llega la comida y guardo el diario en la mochila para leer antes de dormir. Peter hace un brindis por mis 30. El viejo Antoine, como todas las noches, toma solo en la mesa de la esquina. Se acerca y también brinda conmigo. La trentaine est un âge difficile. La vie est finie, l'existence commence. Me habla con la boca muy cerca de mi cara, dejo de respirar para no sentir su aliento.

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