17 de febrero de 2010

viajar con el corazón abierto


16.2.2010


Tras haberme despedido de mi inesperado compañero, salí a conocer Tánger. Seguía lloviendo torrencialmente y el panorama no era nada bueno. Por suerte, el conserje del hotel me había dicho que no había hora para dejar la habitación (luego descubrí que no era tan tan cierto). Camine todo lo que pude en busca de “algo” que nunca encontré. No me gustaba Tánger: ciudad, tráfico, mucha gente y muuuuuucha lluvia. Obviamente cuenta con el pintoresquismo de toda ciudad árabe: los árabes. La gente simpática, los tipos que te hablan por la calle y te siguen, los chistes al pasar, la pluralidad de idiomas que se escuchan en la calle. En mi caminata me di cuenta de que nuevamente había traído más de lo necesario: no hacía falta tanto abrigo para Marruecos, la mochila chiquita era pesadísima y mi espalda ya estaba a la miseria: no iba a llegar ni a la mitad del viaje con todo ese peso. Debo confesar que volví al hotel desmoralizada y un poco aburrida; recién eran las 2 de la tarde y no sabía que iba a hacer con el resto de mi día. De todas maneras, todo cambio abruptamente al llegar al Bristol: el conserje me increpa: que si me quedo una noche mas, que me tome mi tiempo, pero ya debería ir dejando la habitación entonces. Subo, me pongo a fumar un pucho, suena el teléfono. Que si me quedo una noche más; no (¿no me preguntaron esto ya?); que tengo que dejar la habitación; ok, pero 10 minutos así armo mi valija; bueno, bueno (mi sobreestadía parece haberlos contrariado mucho). Ya baje con mis cosas de mal humor y sin la más puta idea de adonde dirigirme a continuación. Para mi sorpresa, me encontré con un panorama genial: el conserje y otro tipo (¿será este el que me llamo por teléfono?) me invitan a tomar un té y nos ponemos a charlar. Me ofrecen guardarme las cosas en el hotel así puedo ir a conocer el Socco (mercado tradicional marroquí), me dan opiniones sobre los lugares más lindos para conocer en Marruecos, tips de supervivencia, buenos deseos. Said y Youseff, mis primeros amigos marroquíes. Youseff me ofreció guardarme mis cosas en su casa hasta que volviera de todo mi viaje por Marruecos; yo, siguiendo la tradición que me antecede (me remito a Bolivia 2004), decidí “confiar o reventar”. Así, a la vuelta de mi paseo por el Socco (muy lindo), Youseff y yo nos encaminamos hacia su casa. La noche anterior, mi nuevo amigo catalán me había aconsejado viajar por Marruecos con el corazón abierto. Y eso intentaba hacer: Youseff parecía super bueno y si todo resultaba bien, me estaba salvando el viaje (por favor dios, que no sea un asesino serial, que no sea un asesino serial, que no sea un asesino serial).

Llegamos a la casa de Youseff, nos subimos al ascensor (¿Qué corno estoy haciendo?) y entramos en el primer piso, puerta 24. NO podía creer lo que veían mis ojos. Una casa mega super híper kitsch híper lujosa, y la abuelita sentada en el sillón mirando dibujitos animados.
Youseff me mostro la casa, su madre la había decorado con muy buen gusto: sector oriental, sector árabe, sector ruso. Sacamos unas fotos; me trajo fotos de su familia: sus hermanas, su mama, su hermano. Le mostré fotos de mi familia: mi mama, mis abuelas, mis tíos, mis amigos, mi despedida. La abuela se fue a la cocina y trajo una mega merienda: galletitas, panes, quesos, te. Llego el tío. Me termine quedando alrededor de 2 horas con Youseff y su familia comiendo y charlando; me dieron sus números de teléfono, me pidieron que llamara para avisar que estaba bien. Me dijeron “aquí tienes una familia y un hogar, vuelve cuando quieras; fue un honor para nosotros tenerte acá”. Deje la mayoría de mis cosas ahí y Youseff y el tío me llevaron a tomar el taxi grande para Assilah, mi nuevo destino.
Solo esa tarde ya hizo valer todo el viaje.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Igual tus dedos entrelazados, ya blancos por la autopresion..denotan pánico remanente jaja

Ger

Yamila Trautman dijo...

Dan, me estoy muriendo literalmente de la risa. (estoy en pedo, sí, también). Te amo. Cuidate mucho. Trauts.

dani dijo...

jajajaja, es que fijate la cara de la abu, tampoco la pavada...
los quiero mucho!